En nuestra opinión, los riesgos para las previsiones de inflación del BCE apuntan al alza. Aunque habíamos previsto que el impacto de los aranceles estadounidenses sería moderado, la economía ha mostrado una capacidad de resistencia aún mayor de la esperada. La producción en la eurozona creció a un ritmo anualizado del 1,5% durante la primera mitad del año, por encima de las expectativas de crecimiento del BCE del 1,2% interanual en 2025. Las recientes encuestas de gestión de compras señalan que esta solidez se ha mantenido.
 
Se espera que la política fiscal de la eurozona sea sustancialmente más laxa en los próximos años. Ello se debe principalmente al paquete de medidas de estímulo anunciado por el gobierno alemán, que podría impulsar el crecimiento del PIB en la región en torno a un 0,5% en los próximos dos a tres años.
 
Por último, es probable que el efecto de moderación de la inflación que podría traer consigo el fortalecimiento del euro sea limitado. Por el momento, la mayor parte de la fortaleza del euro responde a factores positivos; así, se ha debido más a la revaluación de las perspectivas de crecimiento relativo de la eurozona que a la caída del dólar. Esto suele limitar el impacto de los tipos de cambio sobre los precios al consumo.
 
En un contexto de mercado laboral aún tensionado, estos riesgos podrían llevar el BCE a revisar al alza sus previsiones de inflación en diciembre o marzo. En el Consejo de Gobierno de la entidad, la correlación de fuerzas podría estar cambiando ya.
 
Dado que los mercados han descontado un total de 10 puntos básicos en recortes de tipos del BCE de aquí a junio del próximo año y que el equipo CSR de Capital Group prevé recortes de tipos de interés por parte de la Reserva Federal, nuestra previsión de dos subidas de tipos del BCE apunta a presiones alcistas sobre los rendimientos del bono alemán y el euro en los próximos meses.